Estoy a punto de dormir y recibo en Whatsapp un videoclip de un poema con un riff compuesto alrededor de un tosido como base para varios de sus segmentos. La idea, me dice el autor, es hacer una secuencia de videoclips relacionados con una temática en conjunto. Le digo que eso es en su cohesión una especie de poemario audiovisual. Más tarde, releo los PDFs que me enviaron los amigos de un colectivo mexicano sobre un proyecto ambicioso: un streaming de 24 horas de contenido de poesía en videoclips, programas, documentales y demás material audiovisual relacionado a la poesía. La fecha a detonar no es inmediata, pero próxima. Josué R. Hipolo –amigo y parte de esta web- me envía un audio de un poema suyo leído como si Vincent Price conociera el autotune. Monto al audio un video con escenas de Twin Peaks usando una web gratuita y regreso a Whatsapp para enviárselo a algunos amigos.

10 años después de la alt lit llegando al habla hispana a través de Luna Miguel, 5 años luego de Los Perros Románticos, ese colectivo hispanoamericano de poesía (y 7 años de las inventivas solitarias de Mariano Blatt y Tálata Rodriguez en Youtube) La Poesía de Internet en Español ciertamente se aproxima a velocidad a su madurez creativa y como escena. Una escena que ha generado una mini-tradición de modos de difusión, posicionamiento, valoración e inclusive ciertas escrituras; una trans-escena más que una escena solitaria, compuesta por un escenio (un genio colectivo)  más que de los tradicionales Genios Individuales de las Vanguardias clásicas. ¿No son los métodos de la alt lit (grupos de Facebook, foros, fanpages de Facebook) los eslabones que luego los Perros Románticos, Lo Sentimentalito y algunas otras escenas más, recogieron y reinventaron a su conveniencia y contexto? La Poesía de Internet en Español de los últimos diez años ha sido eso: cuando a alguno de estos colectivos o escenas les tocó apagarse, en lugar de desvanecer en el aire significaron el cimiento de la siguiente: una infraestructura de literatura paralela y alternativa a la institucionalizada. Esa tradición puede verse en algunos miembros que han traspasado todos los estadios, veteranos que estuvieron allí durante la alt lit, vieron brillar y morir a los Perros Románticos, memearon durante Lo Sentimentalito y aún permanecen. (Un grupo donde puedo contarme, quien diría!)

Esos 10 años han sido extremadamente locos para la poesía en español. ¿No les parece que entre 2008 y 2018 hubiesen pasado 30 años? En poco tiempo el hecho de ser publicado en una revista de literatura, ganar un premio o difundirte en papel (fotocopiar tus propios fanzines) que hasta hace una década parecían la vía a seguir (a la par de buscar los bares y los recitales y arraigarte fuertemente en una tradición nacional bajo la cual tenías que probar tu calidad) ahora se escuchan como ecos de una época que se agotó. Siendo sinceros, 2008 y 1980 parecen igual de lejanos, y esa versatilidad postergada durante ese periodo de largos años fue renovada en poco tiempo. La poesía underground pasó de un underground nacional a un underground en español. En esa transición se produjeron hermosos encuentros que dieron a luz a escritores genuinamente valiosos, cuyos cruces de influencias no hubiesen existido sin la existencia de estas movidas. ¿Qué sería de la española Berta García Faet sin la poesía peruana, tradicional y contemporánea? ¿Qué sería del peruano Kevin Castro sin los mexicanos David Meza o Yaxkin Melchy? Que a su vez incorporan en su escritura las lecciones literalmente sacadas del baúl de la Generación de los 70s Peruana, una que llegó a ellos a través de la reinvención de esta en la poesía chilena de principios de milenio…

Si 2018 hubiese sido una prolongación de 1980, ustedes nunca hubieran leído esto. Nunca cumplí alguna forma que me hubiese convertido en un escritor “reconocido”. Nunca me presenté a algún premio importante y a excepción de una reseña a mi primer libro hace seis años, nunca tuve un reconocimiento oficial. Todos los libros que he publicado en mi país los he autopublicado y las ediciones internacionales de los mismos (España, México, Argentina) han sido publicadas en cartoneras y pequeñas editoriales independientes. Se podría decir lo mismo de la mayoría de escritores que considero, son los más emocionantes de la década pasada. El asunto es que los autores sin una validación oficial en 1980 eran leídos por nadie (Y era imposible para ellos  ser leídos y publicados en otros países!) Condenados a circular en fotocopias dentro de su Facultad de Letras. ¿Por qué Tálata Rodríguez fue capaz en los últimos 7 años de amasar unas 70 mil visualizaciones en su canal de Youtube sin ser una escritora premiada? O si no vamos tan lejos ¿Por qué alguien como Lisa Carrasco, una poeta peruana sin libro publicado y sin reconocimiento crítico cuyo destino debiera haber sido la de ser leída por sus quince amigos, es capaz de amasar mil visitas en 24 horas, en la misma plataforma?

Una crítica fácil hace diez años era decir que la poesía de internet no significaba un giro de vanguardia al aun circunscribirse a la Poesía Escrita (que de internet solo tenía su ecosistema de difusión y nada más, y en algunos casos efectivamente era así). Ahora las tendencias parecen regresar en contragolpe y venganza: La poesía electrónica y su sub-rama de los videoclips de poesía están en el aire. Son muy probablemente, lo siguiente a posicionarse – puede olfatearse- y el asunto es que estas dos experimentaciones cuestionan una institución– que si tenemos una memoria milenaria de la poesía, y no una de pocas centurias- no es una característica per se de la poesía: me refiero a La Hegemonía de la Poesía Escrita. Si consultas a los críticos contemporáneos (esas eminencias grises de la poesía) podrás reconocer que su cuestionamiento (desprecio) a estas obras tiene que ver con una conceptualización de la poesía escrita como la única poesía posible. Sí, la poesía escrita en relación a su anterior oralidad, es un medio más elaborado que sus ancestros (y contiene en ella misma, la sonoridad anterior y luego la visualidad de las vanguardias) Pero también es una institución por una razón tecnológica: La Imprenta fue El Internet de su tiempo e imprimir tus libros era el equivalente de tener una pretensión pop para aquel lejano entonces.

Esta recuperación de la oralidad y su añadido visual (formando en realidad un añadido audiovisual) no significa una recuperación de la poesía de trova o conceptualismos inútiles destinados a los museos. Significan un afortunado paso adelante. Y si tal vez algunos de los creadores no lo notan todavía, ese adelante es un pedido ferviente de futuro. De una alternativa al mundo donde existen. Internet ha sido capaz de pedir esos futuros cancelados durante los últimos años. Ha sido el caldo de cultivo de movimientos artísticos radicales como el vaporwave, uno que influido por los aceleracionistas– ese movimiento de pensadores post-capitalistas– han construido una comunidad mundial de música creada a través de los sonidos ornamentales de Malls y centros comerciales de los 80s. Música que a pesar de su experimentación y reflexión sobre los futuros perdidos del capitalismo, ha llegado al mainstream sin la necesidad de encumbrar superestrellas pop. Su música es ilegal de comercializar- se salta las reglas del derecho de autor al constituirse de samples, está llena de autores anónimos que nunca se presentan en vivo y cuya producción se distribuye al cien por ciento a través de Youtube y Bandcamp. Es capaz de llegar a una masividad conservando sus principios y evitar el acoso de los paparazzis (estos ni siquiera estarían al acecho). Si Kurt Cobain hubiese hecho Vaporwave, estaría vivo.

Probablemente en poco tiempo los cuestionamientos dentro de la poesía de Internet se amplíen más. ¿Sería posible olvidarnos definitivamente de los autores y sus derechos? Si la producción de libros se vuelve algo tan a la mano y su distribución en internet tan fácil ¿Por qué seguir con la idea de publicar en editoriales que prohíben a sus autores distribuirse por internet en pos de intereses comerciales? ¿La oralidad 2.0 en su versión audiovisual no podrá darnos obras corales de autores que geográficamente estén esparcidos por todo el mundo? ¿Una poesía audiovisual no repotenciaría esa vieja institución poética de los recitales, con la potencia y fuerza tecnológica de una fiesta donde la poesía no se encuentre a un lado, sino- después de mucho tiempo- bailando a la par de su vieja hermana, la música?

Más que un parricidio – si hubo alguno, este se dio en la poesía de internet al separarse de la oficialidad- lo que me gustaría que suceda es una ambición triplicada. No la muerte de la poesía escrita sino su exploración simultánea en tres canales, texto, video y sonido. Un reto más complicado para los poetas –más aún para su crítica- la de construir formas y maneras de producir y valorar estas expresiones (Claramente Mariano Blatt y Tálata Rodríguez no son lo mismo en la página que en el video, y eso no quiere decir que lo que hagan en video no sea poesía) Además el medio escrito provee una cantidad de recursos que otras expresiones no logran: una introspección y reflexividad muy necesaria para tiempos donde la velocidad no deja procesar los pensamientos con detenimiento.

El punto flojo de la poesía de internet en esos últimos diez años ha sido la de generar su propia crítica. Tal vez el acoso que propinaron los viejos críticos a los poetas de internet durante los últimos diez años les haga pensar que una escena sin crítica literaria es más libre. Lo cual es un grave error. La mayoría de edad para estos autores solo llegará cuando esta crítica aparezca. Y es una misión para estas escenas generarla– ya que esperar que los antiguos se quiten los prejuicios es ingenuo y naive en mismas proporciones-. Por otro lado, es comprensible que esta crítica aún no se haya asentado  por el poco tiempo de vida de esta escena (hay intentos) Sin embargo ahora, en el momento donde muchas definiciones están a punto de volar con un entusiasmo adolescente, se requiera la mirada detenida de críticos capaces de acercarse a estas nuevas escrituras en serio y escribir al respecto más que meras descripciones, sino reflexiones con argumentos sobre el valor de estas nuevas obras. Si una poeta joven puede ser leída en un día por mil personas, un crítico debe ser capaz de escribir reseñas que tengan ese mismo alcance y velocidad. Al mismo tiempo, la de ser un parámetro de calidad alejado de la simple altura por popularidad, tan inherente a la Web 2.0.

Una característica de las escenas de internet es su marcada intermitencia. Al final de Los Perros Románticos le siguió un silencio absoluto mezclado con una calma donde las publicaciones avanzaban muy pausadamente. El silencio post-sentimentalito es uno similar. Mucho se puede hablar sobre estas intermitencias (una, en el fondo, falta de solidez conceptual en estas escenas que las condena por periodos a una volatilidad exagerada) pero esos periodos de calma suelen cargarse de a pocos y crear la atmósfera de una tensa calma. Del conocimiento, así sea intuitivo, que los elementos están flotando, que el aire está pesado y solo hace falta una pequeña chispa para que todo se mueva en grandes proporciones. Para que las conexiones recuperen su intensidad y se produzca el intercambio. Mezclemos a estas nuevas fronteras un deseo de futuro. Que la poesía de 2021 haga ver a la de 2018 como si hubiese sido escrita hace 50 años. Que la vida y sociedad que esperemos pueda ser un pedido brillante y distinto que haga ver a estos años como algo obsoleto y revocable. Es importante estar atentos ahora mismo, porque –creo- Algo va a Explotar.

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